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La producción literaria de Lope Félix
de Vega Carpio es, en muchas ocasiones, biográfica, circunstancia que ha
sido ratificada por la crítica en varios momentos. El Fénix –autor
prolijo en todos los géneros literarios– supo insertar referencias a su
propia vida en muchas de sus obras, aunque se ayudaba de distintos
procesos de ocultación de la identidad, resolviéndolos él mismo en
algunos casos.
El primer y más básico procedimiento que utilizó Lope para
introducir apuntes biográficos en sus obras sin que saliera a relucir su
nombre o el de las personas que se relacionaban con él fue el del
pseudónimo. Se trata de un mecanismo sencillo porque básicamente
requiere un cambio de nombre, sin más, y el autor puede atribuir a cada
personaje una vida propia que, sin duda, está atemperada con las notas
vitales del Fénix y de su círculo más cercano. El autor madrileño
construyó toda una estructura de pseudónimos que se referían tanto a él
como, fundamentalmente, a los distintos amores que mantuvo a lo largo de
su vida, y ello se vio especialmente reflejado en su producción lírica,
donde participó de una alteridad biográficamente recurrente durante
varios años, ya que aunque pasaran el tiempo y los amores, el Fénix
retomaba los pseudónimos de las destinatarias de su amor (o de su
desamor) en distintas composiciones.Es muy importante anotar que Lope fue capaz de crear una familia de
pseudónimos, unos personajes perfectamente reconocibles y que forman
parte de sus obras en general, ya que son típicos personajes lopescos
que aparecen en varias composiciones, como el caso de la familia Pez en
Benito Pérez Galdós. Se trata, pues, de una complicación del concepto de
pseudónimo que el Fénix supo llevar a buen término hace ya,
aproximadamente, cuatro siglos. Algunos de esos nombres encubiertos, que
se explican más adelante, han pasado a la posteridad y son muy
conocidos.