19 de mayo de 2016

El fervor de Miguel Floriano

Por Antonio Rivero Machina

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Dediquemos ahora unas líneas al fervor de otro joven poeta. Es Miguel Floriano Traseira (Oviedo, 1992) miembro de la autodenominada «curia secreta del Patarrealismo salvaje», si bien de secreta ya le va quedando poco. De manera constante y consciente, este grupo de jóvenes escritores asturianos –todos poetas y algo más– va asomando sus patitas salvajes por los umbrales del canon por venir. Sin embargo, las primeras huellas que esta sociedad poética nos va dejando sobre el parqué de nuestro parnaso, pese al desafiante epónimo con el que firman sus manifiestos colectivos, lejos de ensuciarlo con fango y ruido de ocasión –y no digamos más– hacen de la exigencia formal una de sus señas de identidad. Su desafío salvaje, aunque sé que se reservan otros registros en el cajón, va por estos últimos y domesticados derroteros. Y entiéndase esto último –lo de domesticado– como elogio, y no como desdoro. Porque el desafío de este grupo emergente –hacía tiempo que nuestra historia literaria no se encontraba ante una voluntad colectiva tan coherentemente premeditada– radica en su descarado fervor por tensar los límites y posibilidades del ejercicio poético más exigente.
Junto a Floriano, encontramos como patarrealistas destacados los nombres de Diego Álvarez Miguel (Oviedo, 1990), que con su Hidratante Olivia mereció el XXX Premio Hiperión en 2015; Xaime Martínez (Oviedo, 1993), quien también ha publicado en Hiperión su Fuego cruzado, a la sazón premio Antonio Carvajal en 2014; o el de Rodrigo Olay (Noreña, 1989), autor entre otros del poemario La víspera, publicado en 2014 en La Isla de Siltolá. Porque el caso es que, patarrealistas o no, Asturias prodiga últimamente jóvenes poetas a tener, como poco, en cuenta. Desde Pablo Núñez (Langreo, 1980), Sofía Castañón (Gijón, 1983), Carlos Iglesias Díez (Oviedo, 1983), Laura Casielles (Pola de Siero, 1986) o Alba González Sanz (Oviedo, 1986) a las más jóvenes Ruth Llana (Asturias, 1990), Sara Torres (Gijón, 1991) y Raquel Fernández Menéndez (Salas, 1993), entre otras voces. Todas ellas catalizadas por la excelente revista Anáfora, que suma ya cinco números desde mayo de 2014.
Es pues en este contexto digamos extraliterario en el que se inserta, como punto de partida, la iniciada trayectoria poética del autor de Quizás el fervor. Ha publicado también Floriano los poemarios Diablos y virtudes (Málaga, Seleer, 2013), Tratado de identidad (Barcelona, Ediciones Oblicuas, 2015) y la plaquette Solícito adiós (poemas acuciados) (Gijón, Heracles y nosotros, 2015). No escamotea tampoco un torrente de poemas por editar, junto a reseñas y comentarios diversos, en su Lujuria crítica, blog personal de elocuente título.