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(Para que quien lea este artículo no malinterprete mis palabras, fijo y lustro aquí que el editor no es el demonio.)
La editorial de la Universidad Diego Portales, de Chile, tiene un
catálogo espectacular, o eso podría decir cualquiera con un simple
vistazo a los nombres que en él aparecen, ¡de nuevo los nombres! Pero
tuvieron un pequeño fallo. En 2003 publicaron Poemas del otro,
del poeta patrio Juan Luis Martínez, explicando al lector que el libro
contenía “material hasta ahora inédito: ocho poemas poco difundidos
encontrados en diversas publicaciones, más un pequeño conjunto de
entrevistas y conversaciones que quedó registrado de este poeta
imprescindible.” Juan Luis Martínez fue un poeta poco común, como se
puede ver en su obra maestra La nueva novela, donde hay poesía y juegos lógicos, humor e inteligencia, o en el libro-objeto La poesía chilena,
una caja que contenía entre otras cosas los certificados de defunción
de los cuatro grandes poetas chilenos hasta el momento: Gabriela
Mistral, Pablo Neruda, Vicente Huidobro y Pablo de Rokha. Poco común por
su concepción de la autoría y su ego. Antes de morir, en 1993 y a los
49 años de edad, el poeta encargó a su mujer que quemase todos sus
poemas cuando falleciera.