Cinco poemas inéditos

Por Miguel Floriano
Publicado en nº 3 (Primavera 2017)
 
 
CALLAR SOLO

Al fin he conseguido recordarte
con verdadera serenidad. Nada
perpetra la memoria que no alumbre
una alta alegría. Nuevamente,
tras el rito del alba, te preparas
el té de la mañana, y yo sonrío
ante la imagen de tu rostro somnoliento.
Luego escoges la ropa con cuidado
y aquel tiempo tranquilo, que custodia
sus ruinas en silencio, me trae algunos versos:
«Qué más podría pedirte, a estas alturas
en que ya las palabras
rehúsan su miseria
». Ojalá que tus pasos
no truequen tu destino, y nutra mi deseo
la pronta concesión, inesperada y plena,
de los frutos del merecimiento.
Por tu entereza, siglos de amor cierto.
Por tu ternura, la rosa de los vientos.
Por tu constancia, el cielo de la satisfacción.

Al fin lo he conseguido. Solo queda,
en mitad de la calma, enmudecer.
Callar solo, y vivirte en las palabras.


 
YEATS

Sobre las lentas ruinas de la tarde,
cuando saberse ausente
ya no consuela sino que le da forma
al recuerdo más traidor,
si la voz se aventura a sostenerlas,
tus palabras ofician, exhalando
su secreto feraz, el milagro del sosiego:
renuevan la mirada y le devuelven
la inocencia al pensamiento.
Contienen la pregunta
a no pocas respuestas tus palabras.
Atesoran un mundo irreparable.



SIN QUE MUCHOS

Agua de mar para la quieta orilla
y el duro roquedal. Ola y marea.
Luz que incida, celebre los relieves
y concluya las formas que a los ojos
perturben o complazcan. Aire
que roce el verde renacido
de aquellos pinos, aire que se nombre
como viento en confines imposibles.
Agua para limpiarte las heridas.
Luz que en tu memoria me conquiste.
Aire que tu cabello desordene.

Todo lo que incesante
se nazca y se repita
sin que muchos –acaso solo tú–
lo aguarden:
                       mi retrato.



ANTES DE ACERCAR LA MANO

He aquí el Amor, materia inerte
sobre la que los ojos que han amado vuelven.
Inmiscuida en los objetos
inmóviles que aguardan
de la noche las sombras virginales,
dispares formas la gobiernan, y el espacio,
y la severidad del movimiento.
Hacia dónde. Jamás. Ni estas palabras
que únicamente amo por antiguas,
que únicamente siento por lejanas,
alzarán en su seno fuerza viva.
Mi historia y yo difuntos en las cosas
mundanas que ahogará la oscuridad,
que lograrán al cabo el peso de la tierra.

Tan solo porque os he perdido
hallo lealtad en la conciencia.
Sin embargo, no es digna ya esta mano.
Lo vago de los aires tiente la caricia.



ETOPEYA FÁCIL

Construía su moral no a partir de aceptaciones, sino de renuncias.
Advertía en la ambigüedad y en el equívoco
el símbolo de una primera muerte.
'Fruto de la invención es la belleza,
al igual que el invierno y los secretos
del amor. Una realidad útil
no conoce el misterio,
que es el idioma de los condenados
y los proscritos'
, me decía.

Nunca supe del fantasma de su deseo.
Solo sé que asediaba en el aire mis castillos,
que me regalaba deudas con los ojos,
que de mi libertad se defendía.